El viejo don que leía novelas de amor volvería en casa. Se acostaría, cerraría sus ojos y soñará despierto de la señorita Aldonza. Tan claro su destino difunto detrás de sus párpados...
"¡Oh! mi querida amor perdida." Y oímos un grito último en la noche...
"¡Ojála!"
...buenas noches, Quixano...
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